Recientemente, una serie de ciudades y entidades gubernamentales de todo el mundo han anunciado varios planes para combatir el cambio climático o mitigar sus efectos. Desde la inversión en tecnologías de captura de carbono de Nueva York, hasta el plan maestro de aguas pluviales de Miami o el objetivo de la UE de reducir las emisiones en un 55% para 2030, el tema comienza a ocupar un lugar central en el diseño y la política urbanos. Las medidas llegan en un momento en que las consecuencias del cambio climático son cada vez más evidentes en los fenómenos meteorológicos extremos y el pronóstico científico es menos que optimista.
A principios de este mes, el estado de Nueva York lanzó un fondo de 9 millones de dólares para apoyar la investigación de tecnologías que capturan el carbono atmosférico, almacenándolo en productos útiles como materiales de construcción o bioplásticos. El Programa de Becas Empresariales de Carbontech tiene como objetivo establecer a Nueva York como un centro para la tecnología de valorización del carbono y es parte de un plan estatal más grande para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 85% para 2050. Además, en los Estados Unidos, la ciudad de Miami ha lanzado una estrategia para combatir el riesgo de inundaciones debido al aumento del nivel del mar. El plan de 40 años comprende una serie de medidas a corto plazo, como la creación de ecosistemas de humedales e ideas a largo plazo para cambiar la relación de la ciudad con el agua mediante la construcción de carreteras y edificios elevados.
En Europa, donde 9 de cada 10 personas consideran que el cambio climático es un tema primordial, la UE ha aprobado una ley climática para reducir las emisiones para 2030 y eliminarlas para 2050, transformando la acción climática en una de las principales prioridades de los estados miembros. La comisión también elaboró planes para crear nuevos "sumideros de carbono" mediante la plantación de bosques y pastizales. Alternativamente, las ciudades diseñan sus propias agendas. París ya ha puesto en marcha planes para reducir el uso del automóvil y trabaja para convertirse en la ciudad más verde de Europa para 2030.
A medida que las ciudades asiáticas enfrentan el riesgo más significativo por problemas ambientales, Tokio, Hong Kong o Singapur han puesto en marcha planes para reducir las emisiones, cambiar a energías renovables e impulsar la creación de proyectos de arquitectura e infraestructura sostenible, todo en los próximos diez años. Algunas estrategias similares se han anunciado en Sydney o Melbourne.
